LOS ESPACIOS DE SECANO EN EL DISTRITO ANDALUXÍ DE LLEIDA EN LOS SIGLOS XI-XII.
Jesús Brufal Sucarrat
Universitat de Lleida.
El distrito andalusí de Lleida se encuentra ubicado en el marco geográfico que forma el Valle del rio Ebro, que debido a su homogeneidad es aprovechado por la administración andalusí para definirlo como una entidad administrativa única denominada la Frontera Superior. Siendo pues, un distrito fronterizo andalusí que implica mantener i sobre todo establecer relaciones a nivel regional con el mundo andalusí, y al mismo tiempo con la sociedad condal, el distrito necesita sustentarse con un poder fuerte viniendo éste de la ciudad, es decir del mundo urbano. El nacimiento de una sociedad urbana permite que lleida ejerza la capitalidad sobre su territorio, porque en él ha establecido una jeraquización de asentamientos que permite cohesionarlo, organizarlo y articularlo, y al mismo tiempo, el espacio que tenemos más allá de la ciudad está totalmente vinculado al mundo urbano. Es en este contexto donde los espacios de secano adquieren protagonismo en el organigrama estructural del terriorio leridano, ejerciendo de ejes vitales dentro del districto andalusí en el contexto de los siglos XI y XII.
El territorio andalusí leridano en los siglos XI y XII está sujeto a unos cambios estructurales profundos debido a la grave crisis social y política en que está inmersa Alandalús. La fitna de 1010 es el desencadenante que provocó el fin del califato, debido a unas tensas relacions sociales que se agravaron con el intento de apropiación del poder califal por parte del hagib Sanjul, aunque hasta 1031 se sigue nombrando califas. La pérdida de poder efectivo sobre el territorio andalusí por parte del califato, fue un factor que incidió directamente en la consolidación de los reinos de taifas y, la desintegración del estado musulmán en la península Ibérica. Otro factor que cabe anotar es la estructura social de los andalusíes, formada por árabes que veían como perdían su influencia en la sociedad y, por otro lado como sus clientes asumían cuotas de poder dentro de la administración; los beréberes llegados durante el califato para integrarse al ejército; los eslavos, los saqaliba que se integraban dentro de la administración amirí y formaban parte de las minorias sociales, junto con los cristianos y los judíos.
Es dentro de éste contexto de inestabilidad que iniciamos el presente estudio de los espacios de secano en el distrito andalusí de Lleida en los siglos XI y XII, ya que estos dentro del conjunto general del territorio son por extensión los más abundantes. Tradicionalmentese la historiografía leridana y catalana ha otorgado un protagonismo extraordinario a los principales curos fluviales y los espacios que de ellos se deriva, el valle fluvial y las terrazas aluviales, principalmente la primera y la segunda, como ejes principales que articulan el territorio leridano. La historiografía no ha dedicado esfuerzos en la investigación de los espacios de secano hasta mediados de la década de los noventa, cuando se comenzó a valorar el territorio más allá de los ejes fluviales, lo que supuso entender el distrito musulmán de Lleida como un conjunto homogéneo debido a la presencia de asentamientos rurales de diversa índole que dan una visión de organización territorial nunca vista hasta entonces en el distrito leridano. Sin lugar a duda, entender la ocupación humana del territorio andalusí partiendo únicamente de un elemento como son en éste caso los ríos, deja a oscuras gran parte del territorio que conforma no únicamente un distrito andalusí, sino también el cómputo global de Alandalús.
En éste marco como resultado de la investigación efectuada en el área meridional leridana que se comprende en el espacio geográfico desde oriente con la fortaleza de Castelldans hasta llegar a occidente con la ciudad andalusí de Fraga y la fortaleza de Mequinensa, estudiando el espacio rural y su imbricación con el medio urbano, afirman que el forjamiento de las relaciones sociales en la nueva sociedad leridana que nace de las taifas se efectúa representando el poder y la hegemonía que ha adquirido a través de la posesión territorial. Mientras que las fuentes documentales andalusíes y latinas nos permiten seguir la política exterior de los Banu Hud en el Valle del Ebro y el Levante peninsular, así como los efectos de esa en el si de las pretensiones y obligaciones leridanas, para proseguir con la investigación del distrito andalusí de Lleida nos vemos obligados a utilizar la arqueología. Ciertamente la aproximación al reconocimiento del territorio histórico utilizando la metodología que nos ofrece la prospección arqueológica de superficie, habilita una amplia y dinámica vía de estudio para la historia de los espacios rurales. No obstante, el trabajo del territorio pide la participación de la toponimia y la antroponimia como los elementos que forman parte del territorio, que con el pretendido rigor que requiere la ciencia historiográfica, pueden ser el reflejo y la huella de la civilización musulmana en la actualidad. Reseguir el hilo de los vocablos que nos llegan a través de la cartografía histórica, en unión con la aplicación de la prospección arqueológica y la documentación andalusí y latina, conforman el núcleo metodológico y holístico que nos permite organizar con rigos el territorio musulmán de Lleida en los siglos Xi y XII.
Investigacions recientes concentradas en los espacios de secano al sur de Lleida han propiciado la apertura de un debate historiográfico sobre la tradicional visión territorial del distrito andalusí de lleida en los siglos XI y XII. Sin lugar a dudas, en el distrito andalusí de Lleida los espacios de secano son los que predominan en abundancia respecto a los de regadío, vinculados a los cursos fluviales, dato que incentiva, despierta y desata la duda respecto el modelo territorial propuesto y aceptado hasta ahora. La prospección arqueológica efectuada en las actuales comarcas de les Garrigues y el Segrià ha proporcionado en primer lugar un número de asentamientos andalusíes que hasta el momento se desconocía. Ciertamente la historiografía únicamente ha mencionado, en todo el territorio prospectado, los principales asentamientos que son las actuales poblaciones de Castelldans, Vinfaró, Vinatesa y Tossal de Solibernat, y finalmente Fraga y Mequinensa. A partir de aquí todo queda como un desierto sin tener noticias más allá de la capital leridana, los principales núcleos urbanos de distrito, algunos yacimientos rurales destacados, y finalmente los asentamientos situados en las proximidades de los curso fluviales.
Las prospecciones arqueológicas realizadas des de la Serra del Tallar (a oriente) hasta llegar al río Segre (a occidente) han proporcionado en un espacio de secano un total de trece asentamientos tipo almunia, diecisiete asentamientos tipo torre, dos asentamientos tipo hisn, y finalmente una alquería, lo cual supone que a nivel cuantitativo tenemos un total de treinta y seis asentamientos que se distribuyen en un espacio concreto situado en el área sur oriental del distrito andalusí de Lleida.
La organización de éste espacio de secano viene capitalizada por la fortificación de Qal'at al-Hamír o Castro de Assinos, conocida hoy por el nombre de Castelldans, el asentamiento andalusí más importante por su supremacía y hegemonía respecto el resto de asentamientos de la zona. La documentación latina del siglo XI así lo reconoce ya que las afrontaciones de los términos castrales de Guissona y Gerb, situados respectivamente a sesenta kilómetros y cuarenta y uno de Castelldans, una vez han superado las importantes plazas andalusíes de medina Balaguer, el hisn de Corbins y medina Lleida, buscan el referente meridional de la fortificación de Castelldans. Consideramos que el amplio espacio existente entre los castillos de Guissona y Gerb al norte, y la fortificación andalusí al sur es considerable, lo cual significaría que el Pla de Mascançà una vez conquistado por los condados de Barcelona y Urgell no estaría aún a finales del siglo XI bien organizado, de aquí que la referencia de sur siempre es Castelldans. Por otro lado también podemos entender que desde la visión condal del territorio andalusí, Castelldans ejerce una supremacía por encima de otros asentamientos leridanos, lo cual nos hace presuponer que ejercía un protagonismo mucho más destacado del que nos ofrece la documentación andalusí que casi no habla de la fortificación del sur oeste de Lleida. Acercándonos más hacia el sur, tenemos de nuevo referencias sobre afrontaciones de castillos termenados condales con la vecina fortificación de Castelldans, como en los documentos de 1033 y 1072 en que se describen las afrontaciones del castillo de Montclar, el cual limita idem de meridie in supradicto Barberazo et pervadit usque ad termine de Castrum Assinos. Sin lugar a dudas el principal asentamiento andalusí en la zona sur es Castelldans, asumiendo un protagonismo notorio, interpretado por nuestra parte por las fuentas latinas, que recordemos, ven desde fuera y leen su óptica la realidad territorial y social de Alandalús.
Por su parte las propecciones arqueológicas intensivas efectuadas en el emplazamiento del hisn de Castelldans proporcionan datos referentes a la arquitectura del asentamiento, así como variado material cerámico de superficie. Antes que nada hay que anunciar que las obras de acondicionamiento de los accesos al castillo de Castelldans han destruido las estructuras de las alas norte y oeste de la fortificacion, ademas de los movimientos de tierras realizados que efectivamente han eliminado la estratigrafía, propiciando una mezcla de material cerámico de las diversas fases históricas de ocupación, que hoy podemos encontrar en la superficie de la fortificación. No obstante, el análisis arqueológico ha permitido detectar con el máximo rigor posible la superficie de la fortificación andalusí de Castelldans que vendría a ocupar aproximadamente 0`48 ha. Las estructuras arquitectónicas andalusíes que localizamos son las siguientes: en la vertiente norte detectamos la muralla que tiene dos fases de utilización, la primera andalusí identificada por la técnica constructiva de soga y tizón, con una disposición irregular. La cronología que proporciona esta tipología según Juan Zozaya corresponde a la fase pre-omega (876-925), coincidiendo con la fundación de la ciudad de Lleida; la segunda solo se detecta en tramos creemos que la cronología es del XIII, se trata de un aparejo irregular y pequeño. La muralla está compuesta de dos torres macizas que corresponden a la etapa andalusí. En la cima del cerro localizamos una estructura rectangular que conserva una parte del muro sur y norte, ya que el oeste ha desaparecido debido a la construcción de un búnquer durante la Guerra Civil Española y, el este tampoco tenemos restos visibles en superficie. La técnica constructiva es a soga y tizón con una distribución irregular, que nos hace suponer que el momento de construcción de la fortaleza podría ser el mismo que la muralla.
Por su parte la cerámica de superficie la localizamos mezclada con diferentes fases históricas, de las cuales identificamos la íbera, la romana, la andalusí, la condal hasta llegar a la moderna. Por lo que confiere a nuestra fase de estudio de la cerámica andalusí que hemos localizado tiene un especial protagonismo la común con decoración de manganeso, la verde y manganeso, la melada y manganeso, la cuerda seca parcial, y finalmente la verde y/o negro, engalba y vidriado transparente. La cronología más antigua que nos proporciona la cerámica andalusí de superficie no va más allá del último tercio del siglo X, teniendo una especial relevancia por presencia y número la cerámica del XI y primera mitad del XII hasta la conquista condal en el 1149. Finalmente, agregar otro dato interesante que nos ayuda a acotar la cronología inicial de la fortaleza de Castelldans, el topónimo Qal'at al-Hamír, contiene la forma qal'at/qila se ha contextualizado en los siglos VIII, que ligaria con la cronología que nos viene de la arquitectura de la fortificación. Así pues, la fortificación andalusí de Castelldans por extensión y presencia de material cerámico andalusí es un asentamiento militar de primer orden dentro de la organización del distrito leridano, que probablemente se fundó en el mismo contexto que se reorganiza el territorio de Lleida junto con su capital, para consolidar definitivamente la frontera andalusí.
La definición del modelo de población que residiría fuera de la fortaleza correspondería al tipo alqueria. El hábitat en Castelldans se constata desde la antigüedad con la presencia de los íberos y principalmente los romanos, que construyeron la vía romana de nombra Vía Lata que iba de Zaragoza a Tarragona, pasando su recorrido por Lleida y muy cerca de Castelldans. La tradición del hábitat creemos que puede ser una argumentación que confirme que más allá de la fortificación tengamos un núcleo poblacional formado por una alquería ubicada muy probablemente en la base del Turó del Castell. Castelldans siendo un asentamiento cabeza de distrito es un reclamo para que la población se instale en sus proximidades.
Las almunias son explotaciones agropecuarias de carácter privado, es decir sus tierras no son públicas representan el carácter hegemónico de la ciudad sobre el territorio, a través de sus elites urbanas que residen en ella, conocidas también como la "gente de la ciudad". Alrededor de la ciudad de Lleida el territorio está destribuido y organizado mendiante almunias, que poseen tierras de regadío si su ubicación está cerca de un curso fluvial o un valle húmedo, pero a la vez poseen tierras de secano. Así pues, dentro del ámbito de los asentamientos rurales tipo almunia, la combinación de propiedades de regadío y secano es habitual y generalizada.
Por lo que refiere a las almunias del subdistrito de Castelldans se encuentran ubicadas alrededor de la alqueria formando un círculo imaginario. Ciertamente giran alrededor de la fortificación y de la alqueria, la cual ve limitado su territorio a no más de ochenta y una hectáreas, concentradas en un espacio similar a una olla formada por el relieve en las inmediaciones de Castelldans. A nuestro entender la alquería andalusí en el contexto de los siglos XI y primera mitad del XII en Lleida se ve sucumbida por la proyección de las elites sociales en el territorio gracias a la posesión de tierras que simboliza el poder. Las propiedades de uso comunal para la ganadería o las tierras muertas que podrían estar bajo la órbita de la alquería, progresivamente irán perdiendo ese control de la comunidad para convertirse en propiedades de un solo propietario. Las almunias están dentro del espacio de secano caracterizado por los escasos recursos hídricos en la superficie de la zona, y la lejanía de cursos fluviales de entidad. Su disposición no obstante, la localizamos en valles húmedos, donde aún en la actualidad se perciben los restos de una agricultura de irrigación mediante las ruinas de pozos, pequeños estanques artificiales y la morfología parcelaria de regadío. Creemos pues que las almunias situadas en altura prolongándose hacia media altura aprovechan las posibilidades de los valles fértiles que encontramos al sur de Castelldans para practicar una agricultura de regadío que se combinaría con una de secano, sin olvidar la importancia de la ganadería, que desarrolaría un papel crucial equiparable a la agricultura en términos económicos. Este modelo se repite en las almunias al norte de Castelldans, aún dentro de su subdistrito y siendo espacio de secano, donde apreciamos que la ocupación humana del territorio responde al mismo modelos que las del sur, primero su ubicación es en altura prolongándose hacia media altura, y segundo se encuentran cerca de las zonas húmedas como es en este caso el Torrente de la Femosa, donde se puede alternar la agricultura de regadío con la de secano, sin olvidar la ganadería.